Orfeo pasó por muchas historias duras, para poder convertirse en el héroe que era, aunque le ayudó el ser hijo del dios del sol y de las artes, pertenecía a la Corte y era de la alta nobleza, tocaba la lira, un instrumento, la cual la tocaba mejor incluso que los dioses, la tocaba cada vez que podía, con ella amansaba hasta a la fiera más bestial.
Orfeo llegó a un hospedal ,con sus lacayos, en la región de Tesalia, una región de Grecia hermosa, muy boscosa, y con una llanura de amapolas, donde estaban las ninfas que se ocultaban en el bosque si veían peligro, pero normalmente estaban por la llanura. Orfeo se quedó toda la noche en el hospedal. A la mañana siguiente, salió rumbo a los bosques para pedir a las ninfas la perla de Pandora, una perla que la primera mujer creó como regalo a Zeus para que le dejara quedarse en la tierra con su amado, Epimeteo, que luego el rey de los dioses daría a las ninfas, este objeto lo quería para coleccionarlo en la Corte en la que vivía, como reliqui. Pasaron por el bosque de las Gorgonas, seres mitad mujer mitad serpiente, de las cuales la más famosa de ellas es Medusa, esta no era una gorgona en un principio, pero por su arrogancia, Atenea, la diosa de la guerra, la transformó en ese ser, sus pelos se transformaron en serpientes y a todo a quien mirara lo transformaba en piedra. Caminaron por un paso entre el bosque donde había muchas estatuas, de guerreros que habían luchado con esos monstruos, pero por suerte, el héroe Perseo les había cortado ya hace tiempo la cabeza, pero en el bosque estaba un peligro aún peor, el dragón de roca, era la antigua mascota de las gorgonas, era pequeño cuando murieron sus dueñas, y creció con rabia a los héroes como Orfeo. Sus lacayos caminaban silenciosamente para no hacer ruido y no atraer al monstruo. Orfeo notó como unos ojos le miraban, desde la penumbra del bosque, cuando derrepente, un chirrido se oyó y el dragón que salió de entre los árboles se abalanzó sobre ellos,era aquel dragón, los seguidores del noble sacaron su espada, combatieron ferozmente contra el monstruo, Orfeo, sacó también su espada y ayudó como pudo a sus lacayos. El dragón parecía imposible de vencer, su rabia era inaplacable, en uno de sus coletazos, le dió a Orfeo, y su espada se partió en dos, todos ellos sabían que no podían vencer, el apolíneo sacó su lira, como último intento, tocó una bella serenata, y el dragón empezó a quedarse profundamente dormido, los lacayos de Orfeo, fueron a matar al lagarto gigante, pero su amo les detuvo. Tras pasado todo esto siguieron su camino hacia la pradera, ya pasado un buen rato dentro del espesor del bosque, avistaron una luz, y una energía muy serena, salieron del bosque y vieron el esplendor del prado y se quedaron atónitos del lugar donde las ninfas del bosque estaban. Orfeo fue a hablar con la reina de las ninfas, mientras hablaba con la reina, una ninfa de largos cabellos rojizos, vió al lado de la reina a una ninfa de la cual se quedó prendido a primera vista, interrumpió a la reina, y preguntó el nombre de aquella muchacha, ella contestó timidamente, "Mi nombre es Eurídice", Orfeo miró los ojos de la ninfa, y con un galante vocabulario, le echó un piropo, la ninfa se rió. La reina aceptó darle la perla, pero Orfeo estaba más interesado en otra cosa, se tumbó en el suelo y entonó con su lira una sonata en re mayor y cuando acabó, pidió a la reina la mano de su plebeya, ella aceptó, pero una voz de fondo chilló, no la "conseguirás hasta que me venzas", se trataba de Aristeo, un cazador que se había enamorado hace tiempo de la ninfa, pero la reina porque sabía que era un impresentable, la reina promulgó un combate, y el que ganara se casaría con la ninfa, los dos aceptaron y comenzó la justa. Aristeo no tardó mucho en caer ante la maestría de su oponente con el arte del combate a espada, Aristeo quedó muy mal herido. Días después Eurídice se casó con Orfeo y éste consiguió obtener el tesoro de la perla.
Fundaron tras casarse cerca de donde vivía la ninfa un nuevo establecimiento de la Corte, para que la muchacha pudiera visitar su hogar y no añorarlo desde la lejanía y no volver a ver su hogar. La ninfa visitaba normalmente cada vez que podía los bosques por los que solía pasear y a sus compañeras, en una de estas visitas, se encontró de nuevo la ninfa con Aristeo, éste se le puso enfrente con arrogante postura y mirada penetrante, la amenazó con que dejara a Orfeo o la violaría y tendría un hijo de él y así desonrraría su linaje. Ella se negó, el cazador la agarró y se la llevó a su cabaña en la mitad del bosque, siempre con cuidado de no encontrarse con el dragón. Cuando estaban frente a la casa de Aristeo, Eurídice consiguió safarse dando patadas al cazador, corrió lo más rápido que pudo lejos del que la raptí, cuando derrepente se encontró defrente con una cobra, Eurídice se detuvo del terror, la serpiente como autodefensa se le lanzó la mordió y ella sufrió en el suelo los efectos del veneno de aquella serpiente. Orfeo, desde la Corte se extrañó de la tardanza de su esposa, mandó a sus lacayos a buscarla para saber si estaba bien. Horas después, sus seguidores trajeron el cuerpo sin vida de la mujer, Orfeo se entristeció enormemente, salió corriendo de su hogar, y se sentó debajo de un árbol, mientras entre los llantos y el sonido de su lira se lamentaba por la muerte de su esposa, tocaba melodías tan tristes que los vientos se apaciguaban y los dioses bajaban para oir sus serenatas. No aceptando la muerta de sus esposa, y decidido a hacer lo que sea por recuperarla, rodeó él solo el río Jonio para llegar a las cercanías de la Laguna Estigia donde al lado de esta laguna está la entrada al reino de Hades, dios de los muertos, quien era el único que podría devolverle a Eurídice. Este reino llamado más comúnmente El Inframundo, está plagado de seres oscuros y monstruos que te destruirían y te comerían las entrañas. Acompañado de una espada de plada y de su lira, Orfeo entró por la puerta que conducía hacia ese lugar. Solo al entrar ya se notaba el olor a muertos, la penumbra de aquel lugar era extremadamente tenebrosa, pero el héroe decidido a conseguir lo imposible siguió su camino. Llegó a orillas de uno de los ríos del infierno, plagado de almas, si caías a las aguas las almas te ahogarían. Orfeo no sabía como pasar las aguas, cuando vió una embarcación con un hombre subido en ella encapuchado, se trataba del barquero de Hades, Caronte, solo llevaba al otro lado del río a almas para su juicio final y si le dabas una moneda de oro, Orfeo que solo llevaba una lira y una espada, le ofreció al barquero una melodía de su instrumento, Caronte satisfecho por la bellísima serenata la cual pudo ver, dejó que se montara en la embarcación, lo llevó al otro lado de las aguas, donde estaba la entrada al hogar de Hades, custodiado por una bestia tan despiadada que hasta los dioses temen. Llegó a aquel sitio, y ya se avistaba al ser, un perro de tres cabezas y cola de serpiente, que medía unos dos metros, se trataba de Can Cerbero. Orfeo sacó su espada para intentar derrotar al animal, sabía que no iba a ser fácil. El perro se lanzó sobre él, Orfeo clavó le hizo un corte en la zona del ojo, Cerbero se cabreó aún más y las tres cabezas se colocaron desde varios laterales del héroe. Orfeo resistió todo lo que pudo a las mordidas que le hacía el monstruo. El combate parecía inútil porque sabía que si no hacía algo pronto moriría en el intento, se alejó lo más que pudo de aquello, y sacó lo único que le daría una oportunidad, su lira, la tocó con todas sus ganas, la bestia empezó a quedarse tranquilo, y dejar su rabia apartada hasta quedar como un perro domesticado. Nada más el perro quedar en ese estado, Orfeo corrió dentro del palacio de Hades, tocó con las fuerzas que le quedaban en la puerta, tardó un buen rato, hasta que una mujer de largas melenas negras como el carbón, no se le veía el rostro porque lo tenía tapado con una máscara, la mujer lo invitó a entrar, los pasillos de aquel palacio estaban llenos de pinturas de pasajes mitológicos de la antigua era, derrepente, se oyó un grito al fondo "Perséfone", la mujer se inquietó, y se viró hacia Orfeo, y serenamente le dijo, "se a que vinistey mi señor Hades también lo sabe, por eso te hemos dejado entrar a este palacio", Orfeo, respondió "tú eres la hija de Deméter, la que pasa seis meses en este mundo y seis en el otro" Perséfone asintió. Llegaron frente a la puerta de la sala donde se encontraba el rey de los muertos, abrió las puertas, y un mal presentimiento se asentó sobre el héroe cansado. Hades le ofreció quedarse toda la noche en una de las habitaciones del palacio, al día siguiente les ofrecería una serenata a él y a su esposa y entonces, dejaría a Eurídice que saliera con él del mundo de los muertos, pero con una condición, no podía mirarla en ningún momento durante el camino y tampoco hablar con ella hasta que saliera completamente del Inframundo. Durmió y descansó en una de las habitaciones, a la mañana siguiente, aunque parecía que era de noche por la oscuridad, Orfeo tocó una melodía ante la mirada espectante de Hades y Perséfone, que quedaron conmocionados ante tan bella serenata. Minutos más tarde Orfeo salió con su esposa reanimada dirección a la superficie, pero en ningún momento mirándola, y dudando durante todo el camino si Eurídice seguía allí, o sí le habían engañado, cruzaron todos los lugares por los que había pasado anteriormente el héroe, cruzaron de nuevo el río donde estaba Caronte que con órdenes de su señor les dejó cruzar subidos a la barca. Cuando Orfeo salió de allí, viró la vista para volver a ver a su amada, pero ella aún tenía un pie dentro del límite entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos, y Eurídice se desvaneció en el aire, pero esta vez, para siempre. Orfeo no aceptó nunca la muerte de Eurídice, se lamentó eternamente por haber inducido a que ella volviera a desaparecer, y ya no había vuelta atrás, solo su música le consolaría.
Orfeo llegó a un hospedal ,con sus lacayos, en la región de Tesalia, una región de Grecia hermosa, muy boscosa, y con una llanura de amapolas, donde estaban las ninfas que se ocultaban en el bosque si veían peligro, pero normalmente estaban por la llanura. Orfeo se quedó toda la noche en el hospedal. A la mañana siguiente, salió rumbo a los bosques para pedir a las ninfas la perla de Pandora, una perla que la primera mujer creó como regalo a Zeus para que le dejara quedarse en la tierra con su amado, Epimeteo, que luego el rey de los dioses daría a las ninfas, este objeto lo quería para coleccionarlo en la Corte en la que vivía, como reliqui. Pasaron por el bosque de las Gorgonas, seres mitad mujer mitad serpiente, de las cuales la más famosa de ellas es Medusa, esta no era una gorgona en un principio, pero por su arrogancia, Atenea, la diosa de la guerra, la transformó en ese ser, sus pelos se transformaron en serpientes y a todo a quien mirara lo transformaba en piedra. Caminaron por un paso entre el bosque donde había muchas estatuas, de guerreros que habían luchado con esos monstruos, pero por suerte, el héroe Perseo les había cortado ya hace tiempo la cabeza, pero en el bosque estaba un peligro aún peor, el dragón de roca, era la antigua mascota de las gorgonas, era pequeño cuando murieron sus dueñas, y creció con rabia a los héroes como Orfeo. Sus lacayos caminaban silenciosamente para no hacer ruido y no atraer al monstruo. Orfeo notó como unos ojos le miraban, desde la penumbra del bosque, cuando derrepente, un chirrido se oyó y el dragón que salió de entre los árboles se abalanzó sobre ellos,era aquel dragón, los seguidores del noble sacaron su espada, combatieron ferozmente contra el monstruo, Orfeo, sacó también su espada y ayudó como pudo a sus lacayos. El dragón parecía imposible de vencer, su rabia era inaplacable, en uno de sus coletazos, le dió a Orfeo, y su espada se partió en dos, todos ellos sabían que no podían vencer, el apolíneo sacó su lira, como último intento, tocó una bella serenata, y el dragón empezó a quedarse profundamente dormido, los lacayos de Orfeo, fueron a matar al lagarto gigante, pero su amo les detuvo. Tras pasado todo esto siguieron su camino hacia la pradera, ya pasado un buen rato dentro del espesor del bosque, avistaron una luz, y una energía muy serena, salieron del bosque y vieron el esplendor del prado y se quedaron atónitos del lugar donde las ninfas del bosque estaban. Orfeo fue a hablar con la reina de las ninfas, mientras hablaba con la reina, una ninfa de largos cabellos rojizos, vió al lado de la reina a una ninfa de la cual se quedó prendido a primera vista, interrumpió a la reina, y preguntó el nombre de aquella muchacha, ella contestó timidamente, "Mi nombre es Eurídice", Orfeo miró los ojos de la ninfa, y con un galante vocabulario, le echó un piropo, la ninfa se rió. La reina aceptó darle la perla, pero Orfeo estaba más interesado en otra cosa, se tumbó en el suelo y entonó con su lira una sonata en re mayor y cuando acabó, pidió a la reina la mano de su plebeya, ella aceptó, pero una voz de fondo chilló, no la "conseguirás hasta que me venzas", se trataba de Aristeo, un cazador que se había enamorado hace tiempo de la ninfa, pero la reina porque sabía que era un impresentable, la reina promulgó un combate, y el que ganara se casaría con la ninfa, los dos aceptaron y comenzó la justa. Aristeo no tardó mucho en caer ante la maestría de su oponente con el arte del combate a espada, Aristeo quedó muy mal herido. Días después Eurídice se casó con Orfeo y éste consiguió obtener el tesoro de la perla.
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